Filosofía del Dr. Edward Bach

Los Argumentos Terapéuticos en la Filosofía del Dr. Edward Bach

Marila García Puelpan.
Magíster en Filosofía – Universidad de Chile.
Terapeuta Floral.

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El sistema terapéutico del Dr. Bach fluye por una doble vertiente unitaria; por un lado, su sistema de esencias florales y por otro, sus argumentos filosóficos presentes en su obra filosófica. Allí encontramos una verdadera filosofía de la salud, es decir, planteamientos relacionados con temáticas antropológicas universales, alusivas al sufrimiento humano derivado de la enfermedad, a las cuales Bach sugiere respuestas. En ellas, el lector puede reconocer sus propias situaciones aflictivas o interrogantes existenciales, de modo que profundizar en su lectura y comprensión puede llegar a significar una verdadera terapia que opera por preguntas, diálogo y respuestas con tales argumentos filosóficos. Ciertamente que tales argumentos filosóficos reflejan un acabado conocimiento de la naturaleza humana por parte del autor, y por otra parte, también los terapeutas nos vemos favorecidos por el conocimiento de esta filosofía de la salud, ya que nos entrega profundos lineamientos de la condición humana, conocimiento que podemos emplear, junto con las esencias florales, en beneficio de nuestros consultantes a la hora de realizar terapia floral.

Ciertamente que el carácter terapéutico de la filosofía fue reconocido hace ya más de 2000 años. Escuelas filosóficas como los epicúreos, estoicos y escépticos, asumieron la filosofía como un arte de vida y sanación y ponían en práctica la dimensión terapéutica de la filosofía. Estas escuelas hacían una adecuada analogía entre filosofía y medicina, señalando que los argumentos y postulados de la filosofía son para el alma, como los remedios del médico para el cuerpo. Así como el arte médico está al servicio del cuerpo doliente, así también la filosofía, con sus argumentos terapéuticos, se pone al servicio del alma sufriente, orientando su terapia hacia los sufrimientos provenientes de los deseos y las emociones en conflicto. Al respecto señala Epicuro:

“Vacío es el argumento de aquel filósofo que no permite curar ningún sufrimiento humano. Pues de la misma manera que de nada sirve un arte médico que no erradique la enfermedad de los cuerpos, tampoco hay utilidad ninguna en la filosofía si no erradica el sufrimiento del alma”. A esta idea de la filosofía en sus orígenes, como una herramienta de gran valor para la vida cotidiana de las personas y como un arte de vida y sanación, responde enteramente la filosofía del Dr. Bach.

Daremos aquí una mirada a uno de esos argumentos terapéuticos, que constituye uno de los pilares en la filosofía de la salud de Bach, y que postula que contar con un sentido de vida claro, con una razón para vivir, redunda en una vida saludable y feliz.

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Entre las notas características propias del Yo Superior, hay dos que interesan a nuestro tema:

1.- Es una dimensión profunda de nuestro Ser que siempre está sana, que siempre está bien, que es invulnerable a la enfermedad, y por lo mismo, es una fuente interna de energías terapéuticas y autosanadoras, capaz de proporcionarnos bienestar físico y psicológico, en la medida en que seamos capaces de vivir conectados con dicha dimensión.

2.- La segunda característica de este Yo Espiritual es la sabiduría. Es un Sabio Interno infalible, con cuya guía sabia podemos contar cada vez que necesitemos orientación en la vida, o que necesitemos tomar decisiones u opciones, sean estas trascendentes o intrascendentes, situación, ciertamente, ante la cual la vida nos coloca a cada rato. Con estas características de sabiduría, salud y fortaleza, nuestro ser interno o Yo Espiritual, se convierte en nuestro guía en el camino de la vida y en un potente manantial, capaz de inundar nuestra mente y nuestro cuerpo con energías sanadoras, con sabiduría y con fortaleza interna, cada vez que lo necesitemos, en situaciones de enfermedad o de dificultades propias del vivir. De acuerdo a esto, Bach señala que estamos sanos cuando nuestro cuerpo y nuestra mente, vale decir, toda nuestra personalidad, se encuentran alineadas y en armonía con nuestro Yo Espiritual o Alma. Textualmente señala:

“Mientras nuestras Almas y nuestras personalidades se encuentren en armonía, todo será alegría y paz, felicidad y salud; la salud es la unión total y absoluta entre el alma, la mente y el cuerpo”.

La enfermedad por tanto, responderá a la disociación y desarmonía entre nuestro Yo Espiritual y nuestra mente-cuerpo o personalidad. “La enfermedad es en esencia el resultado de un conflicto entre el Alma y la Mente…; es únicamente el resultado de un conflicto entre nuestro Yo espiritual y nuestro Yo mortal. Mientras estos dos están en armonía, nuestra salud es perfecta, pero cuando no hay acuerdo, se sigue lo que llamamos enfermedad”.

Habiendo aclarado estos conceptos básicos, desarrollamos ahora el argumento filosófico bachiano que vincula la salud con el sentido de vida.

Realizar nuestra vocación o vocaciones

Para Bach, la salud y la felicidad son dos caras de una misma moneda, felicidad y salud es un binomio inseparable, y su postulado central es que es sano y feliz quien tiene claridad respecto de su sentido de vida o dicho de otra forma, quien tiene claro un para qué vivir. Este para qué vivir es una fuerza motivante que implica y exige actualizar todas aquellas potencialidades internas propiciatorias del desarrollo humano, potencialidades que son a la vez, potentes fuerzas terapéuticas que comparecerán como soporte para resistir los momentos de debilidad y adversidad. Pero el sentido de la vida no viene resuelto, cada ser humano debe descubrirlo. Bach considera que el esfuerzo por encontrarle un sentido a la propia vida es una profunda fuerza movilizadora, pues entiende que toda vida, por más adversa que sea, siempre tendrá un para qué y que en realidad, nada carece de sentido ni nada sucede en vano. La contraparte del sentido es el sinsentido, una vida sin propósitos, sin objetivo alguno, hecho que se resuelve en el llamado vacío existencial, que vivenciamos como un enorme hueco en la vida, el cual necesitamos llenar o satisfacer con simulacros de sentido de duración breve, ciertamente, que rápidamente nos llevan de vuelta al sinsentido. Consecuencia conocida de este vacío interior es el aburrimiento. Se aburre quien no se hace cargo de su destino y quien no tiene claridad del para qué de su vida. Al respecto Bach señala:

“El antídoto contra el aburrimiento consiste en interesarse activa y vivamente por todo cuanto nos rodea, estudiar la vida durante todo el día, aprender y aprender y aprender de nuestros semejantes, y de los avatares de la vida, y ver la Verdad que se oculta tras todas las cosas, perdernos en el arte de adquirir conocimientos y experiencias, y aprovechar las oportunidades de utilizar esta experiencia en favor de un compañero de fatigas, transformemos nuestras vidas en una aventura de apasionante interés, donde el aburrimiento no sea posible.”

“Luego, a medida que desarrollamos esta facultad, descubriremos que estamos recuperando el poder de obtener placer de los incidentes más pequeños, y ciertas circunstancias que antes considerábamos lugares comunes, monótonos y triviales, se transformarán en fuentes de investigación y aventura. Es en las cosas simples de la vida donde podemos descubrir ese auténtico placer”.

“La razón principal del fracaso de la ciencia moderna reside en que trata los síntomas y no las causas”

Encontrar un sentido a nuestra existencia, no es una tarea fácil ciertamente, pero es importante y necesaria, ya que siempre corremos el riesgo de transitar la vida sin nunca llegar a saber para qué existimos y cuál es nuestra misión existencial. A veces la vida parece tan agitada que no nos da tiempo a pensar qué queremos realmente, o para qué, o cómo podemos conseguirlo. Pero vale la pena pararse a pensar, sin culpar a la complejidad de la vida —como si fuéramos sus víctimas impotentes— lo que muchas veces no es más que una disfrazada complicidad con el desinterés por nosotros mismos. Para Bach, descubrir el sentido de vida dice estrecha relación con el descubrimiento y realización de nuestras vocaciones. En tal compleja búsqueda, el Ser Humano no está sólo ni a la deriva, cuenta con la orientación sabia, la fortaleza interna y las energías saludables que le proporciona su Ser Interno o Yo Superior.

“Descubramos aquello que nos atrae más en la vida y llevémoslo a cabo; hagamos que forme parte de nosotros hasta el punto de ser tan natural como respirar; tan natural como para la abeja recoger el polen y para el árbol desprenderse de sus viejas hojas en el otoño y dar a luz nuevas en la primavera”.

“¡Qué divertida es la vida una vez que hemos hallado nuestra tarea en forma correcta!”.

El descubrimiento de la vocación o vocaciones y su realización está estrechamente vinculada con el logro de nuestra autorrealización personal, autoestima, felicidad y justificación de nuestra existencia, de saber que estamos realizando nuestras capacidades vocacionales en el quehacer cotidiano, siendo fieles a nosotros mismos porque vamos articulando nuestra realización personal con alegría, creatividad y satisfacción día a día, en un trabajo o actividad que nos satisface y nos promueve como personas, que nos permite desempeñarnos con creatividad y compromiso; hecho que sin duda alguna, contribuye a un buen estado de salud.

Bach llama a la vocación “Misión Divina” porque entiende que es nuestro Yo Espiritual quien nos orienta y nos ayuda a descubrir cuál es nuestro quehacer vocacional en la tierra.

“Una misión divina no significa sacrificarse, abandonar el mundo; … significa disfrutar de un modo mayor y completo de todas las cosas, hacer el trabajo que nos encanta hacer con toda el alma y el corazón”.

“El trabajo, cualquiera que sea, si nos gusta por encima de todo, es la orden precisa de nuestra Alma, la obra que tenemos que hacer en este mundo y la única en la que podemos ser nosotros mismos, interpretando de un modo simple y natural el mensaje de nuestro verdadero ser”.

“Nuestro Yo Espiritual nos guiará, no tenemos más que escucharlo en toda circunstancia, en toda dificultad; y la mente y el cuerpo orientados de ese modo, pasarán por la vida irradiando felicidad y perfecta salud, tan libres de todo cuidado y responsabilidad como niños que confían”.

“En esto reside la verdadera salud y el cumplimiento de nuestro propósito sobre la tierra”.

Aquí se encuentra el meollo del argumento filosófico que estamos analizando.

Hay personas que tienen la suerte de tener claras sus vocaciones desde la niñez y serán muy felices si pueden llevarla a cabo ya a temprana edad. No hay duda que es realmente afortunado quien puede trabajar en aquello para lo que está dotado por la naturaleza y que llena los íntimos anhelos de su ser. Sin embargo, también ocurre que aún cuando esté claro desde la niñez, no siempre se pueden llevar a cabo las vocaciones, ya sea por presiones familiares, sociales o por necesidades urgentes del momento. En tal caso, realizando un trabajo que no nos reporta plenitud interna, sabemos que se vive engañado; aún cuando nos demos mil explicaciones racionales para lograr paz con nosotros mismos. Por otra parte, el no descubrimiento de nuestras vocaciones significa llevar a cabo nuestra existencia con un sentido equivocado y en lugares equivocados, realizando un trabajo o actividad que no nos gusta y que tiene un costo de salud en desajustes motivacionales y emocionales, en un saber que vamos a contrapelo con nosotros mismos, con la vida y con nuestra propia felicidad, según Bach nos encontramos entonces desencajados en la vida.

“La verdadera salud es la felicidad y consiste en descubrir y realizar la tarea en la que realmente encajamos. Son muchos los que suprimen sus verdaderos anhelos, y así se transforman en clavijas cuadradas para agujeros redondos; su resultado es la infelicidad, y probablemente se malgaste la mayor parte de una vida, antes que el error pueda ser rectificado”.

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En este tema vocacional, Bach nos hace un llamado a reflexionar y revisar nuestros ideales y proyectos pendientes o no cumplidos, señalándonos que nunca es tarde para retomarlos, ya que nuestras capacidades vocacionales son muy pacientes y aunque no podamos concretarlas inmediatamente, estarán hasta el último día de la vida esperando ser realizadas. Es decir, en cualquier momento de la vida podemos regresar a nuestros ideales y ese mismo regreso a ellos, ya nos proporciona una sensación terapéutica de alivio y esperanzas.

“Y cuando encontramos el trabajo para el que estamos hechos, forma parte de nosotros, hasta tal punto que resulta muy fácil y se convierte en una alegría. Nunca nos cansaremos de hacerlo, es nuestro “hobby”. A través de ellos se ponen de manifiesto todos nuestros talentos y capacidades que están a la espera de ser develados”.

Superar un destino adverso

Bach nos motiva a encontrar un sentido a la vida aún en las situaciones más adversas, aunque estrictamente hablando, para Bach un destino adverso en sí y por sí no tiene realidad, ya que el que sea adverso o que sea una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, va a depender de la perspectiva en que nos paremos frente a la situación. Para Bach, las dificultades que pueden presentarse en la realización de nuestro proyecto de vida constituyen más bien oportunidades de fortalecimiento de nuestras capacidades y forman parte del aprendizaje de la vida, y la mejor manera de sobrellevar dichas dificultades sería precisamente detectar qué aprendizajes está queriendo mostrarnos la vida en tales situaciones. También nos aconseja revisar las vías de escucha de nuestro Yo Espiritual, puesto que lo más probable es que tales adversidades respondan a una conducción errática de un destino que no podemos ver con claridad, debido a que hemos perdido el vínculo con nuestro Sabio Interno, que siempre sabe hacia dónde hemos de caminar. Frente a las adversidades que podemos encontrar en el camino de la vida, Bach nos señala lo siguiente:

“Hay obstáculos e interferencias que sirven para fortalecernos en la determinación de mantenernos firmes”. “Las interferencias ocurren en toda vida y son necesarias para que aprendamos a superarlas resueltamente. En realidad podemos considerarlas como oponentes realmente útiles, puestas simplemente allí para ayudarnos a aumentar nuestras fuerzas y comprender nuestra divinidad y nuestra invencibilidad. También debemos saber que sólo cuando permitimos que esas interferencias nos afecten, es cuando crecen en importancia y tienden a obstaculizar nuestro desarrollo”. “Debemos encontrar el propósito de nuestras vidas, la razón por la que estamos luchando, y también comprender los obstáculos en nuestro camino, pero no debemos preocuparnos por ellos, porque son la prueba misma de que estamos alcanzando metas más elevadas; nuestras debilidades deberían ser nuestro aliento y nuestro estímulo, porque ellas significan que estamos apuntando más alto”. Por otra parte, para Bach la batalla de la vida ya la traemos ganada al llegar a este mundo, puesto que traemos con nosotros todas nuestras capacidades vocacionales que venimos a desarrollar y traemos también nuestro Guía Sabio Interno, que nos ha de orientar cómo llevar a cabo dichas capacidades en el marco de las experiencias que necesitamos vivir en nuestro tránsito por la vida.

“Venimos con el conocimiento global de nuestra tarea específica; venimos con el inimaginable privilegio de saber que todas nuestras batallas están ganadas antes de entrar en combate; que la victoria es cierta, aún antes de que llegue la prueba”.

“Con este conocimiento, la vida es un verdadero regocijo; las dificultades y las experiencias pueden considerarse como aventuras, porque si comprendemos plenamente el poder que tenemos y somos fieles a nuestro Yo Espiritual, todas las dificultades se desvanecerán como la niebla bajo el sol”.

Tampoco la resignación frente a una situación adversa es una actitud favorable al logro de nuestro sentido de vida, porque ella nos paraliza y nos deja pasivos ante la existencia, y una cosa es que, como seres humanos finitos que somos, no está en nuestras manos controlar todos los acontecimientos de la vida, pero sí está en nuestras manos el estar o no estar presente en cada situación que nos toca vivir, con distintos grados de conciencia y responsabilidad quizá, pero estar presentes al fin y al cabo.

“La resignación que nos transforma en meros pasajeros pasivos en el viaje de la vida, abre la puerta a incontables influencias adversas, que jamás tendrían oportunidad de presentarse si en nuestra existencia diaria prevaleciera el espíritu y el gozo de la aventura”.

Bach nos recuerda que tenemos más fortalezas de las que nosotros mismos creemos tener y que la vida nunca nos va a pedir más de lo que somos capaces de dar, por lo tanto, si nos parece que la vida siempre nos es adversa, quizás estemos poniendo nuestro esfuerzo hacia un sentido equivocado y por lo mismo, nos resulta frustrante.

“A ninguno de nosotros en esta tierra se le pide que haga más de lo que esté en su mano hacer, y si nos esforzamos por obtener lo mejor de nosotros mismos siempre guiados por nuestro Yo Superior, la salud y la felicidad constituyen una posibilidad cierta para cada uno de nosotros”.

“La vida no demanda de nosotros sacrificios inimaginables; solamente nos pide que transitemos por ella con alegría en nuestros corazones y que nos convirtamos en una bendición para quienes nos rodean, de modo que si dejamos al mundo un poquito mejor que lo que era antes de nuestra visita, habremos cumplido con nuestra misión”.

Bach habla incluso del caso extremo de la vivencia de un destino adverso y desesperanzado, que es el caso del suicida, cuya vida perdió todo sentido y ya no ve salida alguna a su aflicción. Al respecto aconseja:

“Ayudémoslo a superar y a encontrar algo o alguien por lo cual vivir, y se curará en forma permanente”. “Ayudémosle a timonear su propia nave por los mares de la vida, manteniendo su verdadero curso; enseñémosle también a mirar siempre hacia delante, porque, por mucho que se hayan apartado de su curso y por severas que sean las tormentas y tempestades que encuentren en su camino, siempre encontrarán frente a ellos la playa de la paz y la seguridad”.

“Tengamos fe y coraje para vivir bien y dominar las dificultades de esta tierra. A pesar de todo, siempre podemos, por medio de la comunión con nuestro Yo Superior, mantener la armonía que nos permite sobreponernos a todos los contratiempos terrenales, y completar nuestro viaje a lo largo del camino correcto hacia nuestro destino, sin que influencia alguna pueda desviarnos”.

Con estos argumentos filosóficos, Bach nos motiva a encontrar sentido a la vida, incluso allí donde parece imposible encontrarlo, en el más atroz y desesperado de los sufrimientos. El consejo de Bach apunta a ayudar a despertar en esa persona desesperada algo que posee, pero que está adormecido; ese algo es su rol de artífice de sí mismo y de su destino. Ayudémosle entonces a despertar ese rol de protagonista de su propia historia, de su felicidad, de sus logros y de constructor de su propia persona, en conformidad con sus capacidades vocacionales, proyecto que está llamado a realizar desde que llegó a este mundo.

Sin duda que la conciencia de una misión en la vida posee un extraordinario valor psicohigiénico y psicoterapéutico. No hay nada que ayude más al Ser Humano a soportar las penalidades objetivas y subjetivas, que la conciencia de tener una misión que cumplir.

hombre de espalda

No mirar hacia atrás

Otra sugerencia que Bach nos da para salir adelante con nuestro proyecto de vida, es no mirar hacia el pasado. Indudablemente el pasado es para nosotros un cúmulo de experiencias que no podemos despreciar, pero tampoco podemos convertir al pasado en un lastre que nos imposibilite avanzar. Valga como ejemplo el personaje mítico de la mujer de Lot que, al mirar hacia atrás, se convierte en estatua de sal. Muchos no han podido desplegar el sentido de sus vidas porque permanecen mirando hacia atrás paralizados. El pasado se convierte para ellos en una carga que se arrastra, siendo un problema para el presente y una amenaza para el futuro. Bach nos señala que por muy severas que hayan sido las equivocaciones cometidas en el pasado y por terribles que puedan parecernos, debemos entenderlas como experiencias necesarias para nuestra educación y que una vez experimentadas, no es necesario volver una y otra vez sobre el hecho concreto que dio lugar a la experiencia errónea, porque la lección y el aprendizaje de por sí ya quedó grabada en nuestro interior, y nos ayudará a seguir caminado, sabiendo ahora que no hemos de cometer nuevamente el mismo error.

“Ningún recuerdo de errores pasados debe deprimirnos jamás, ya que pasaron y terminaron, y el conocimiento así adquirido, nos ayudará a evitar repetirlos”.

“En lo profundo de su Alma, esa lección ya ha sido correctamente aprendida y no debe agobiar su mente buscando en el pasado sus antiguos errores”.

“Todas sus equivocaciones, sus deslices, sus faltas del pasado, han sido meras experiencias acontecidas para mostrarle lo que es mejor para él; para enseñarle a distinguir el camino correcto del equivocado”.

Se trata ahora de visualizar el futuro como una posibilidad esperanzadora, la de asumir el compromiso de la búsqueda de la misión en la vida, preguntándonos qué espera la vida de cada uno de nosotros. La vida sin duda espera que respondamos ante la vida.

“Debemos apresurarnos y avanzar constantemente, sin lamentarnos ni mirar atrás, porque el pasado -incluso el de sólo una hora atrás- ya ha quedado atrás, y un glorioso futuro de resplandeciente luz brilla siempre delante de nosotros”.

Estos han sido los argumentos filosófico-terapéuticos con que Bach aborda el tema de la realización de la vocación, como elemento medular para darle un sentido a nuestras vidas, contribuyendo así con nuestra propia salud y alegría de vivir

Las citas han sido extraídas de dos libros: algunas del libro Obras completas del doctor Bach, Julian Barnard, 1994, España, y otras citas han sido extraídas del libro Bach por Bach, Bárbara Espeche y Eduardo Grecco, Ediciones Continente, B.Aires Argentina, 2001.

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